Por Ricardo Luna aka. Richi Tunacola.
Sabemos que hoy las posibilidades en la producción son infinitas. Es un cliché. La verdad es que siempre han sido infinitas. La cantidad de combinaciones sonoras posibles en una guitarra ya son infinitas, por lo que no es una afirmación que valga la pena discutir. Lo que si es importante es que el instrumento con el que nos encontramos ahora para componer y producir, el DAW (por ejemplo, Ableton Live), el estudio como instrumento, nos ofrece de entrada un abanico de posibilidades que todos los músicos de la historia hubieran querido tener en su momento.
Imagina a Bryan Wilson haciendo sus experimentos para Pet Sounds en Ableton Live, o a Phil Spector haciendo sus walls of sound haciendo layering entre pistas MIDI, o a cualquier músico del pasado remoto con las posibilidades que se empezaron a dar, una tras otra, desde que todos pudimos acceder a una compu, por allá por mediados de los '90.
Ahora podemos hacer cualquier cosa. Y esa es una frase que se nos queda pegada y que nos deja, inmóviles, frente al computador, sin saber que paso tomar al empezar, al desarrollar, y al terminar algo. Tenemos un problema con las infinitas posibilidades, con la libertad absoluta, con tener 400 plugins instalados y 120gb de sound packs, loops y librerías. Son demasiadas posibilidades, y navegar entre ellas, se transforma en tiempo y trabajo, que al poco rato empezamos a sentir que sería mejor gastar derechamente haciendo música.
Cual es la brújula que nos va a permitir elegir las herramientas precisas, a las que tengo que darles el tiempo de explorar y manejar? Las que mejor se adecúen a mi estilo, mi workflow, mis necesidades prácticas y expresivas?
Esa brújula es precisamente la necesidad. La necesidad viene antes que la herramienta. Es mejor necesitar solucionar un problema puntual produciendo que pasar tardes y tardes abriendo plugins para tratar de saber de qué van. No hay mejor forma de aprender. Antes de buscar ese "plugin soñado", el "instant mejorator", el "hit maker", tenemos otro problema de fondo: nos enfrentamos a problemas frente a los que no tenemos una real solución y acudimos a una perilla mágica que lo solucione todo. En vez de dividir ese problema en pequeños pasos simples, nos tiramos el problema completo y buscamos el plugin que automáticamente nos salve, sin entender lo que realmente hace, y sin permitirnos aprender nada, teniendo que someternos a las posibilidades cerradas y limitadas que nos ofrece esta "solución".
La descomposición de un problema en pequeños pasos simples es una de las mejores habilidades que un productor pueda tener, así como una de las mejores formas de aprender a producir. Para un problema puntual, una herramienta puntual. Al tratar de resolver el problema, aprendo a usarla, sea por experimentación, ensayo y error, o tutoriales. Finalmente, el problema mejora, o derechamente se acaba, y me quedo con un problema menos, y con una habilidad más en mi arsenal. Ahora, no es fácil poder definir puntualmente esos problemas, como productor, uno está acostumbrado a que tu cliente te diga “podríamos poner un sinte más rosado acá” o “ese bajo está demasiado sucio”.
“Rosado” y “sucio” son metáforas, que como productores tenemos que interpretar y resolver en un plano técnico. No hay un “Pink Synth Maker VST” o un “Bass Cleaner” que nos vaya a servir, tenemos que tratar de descomponer “ROSADO” (Será ausencia de frecuencias agudas o estridentes? Una reverb que difumine un poco el sonido?) O “SUCIO” (¿Será que hay frecuencias de más? ¿Estará peleando por espacio con otro instrumento?). En ambos casos, herramientas muy básicas nos van a arreglar gran parte del problema (eq, reverb).
El otro problema con el que tenemos que lidiar es el exceso de información, y de información vacía. No sacamos nada con estar toda una tarde consumiendo técnicas y tutoriales si no tenemos tiempo para ponerlas en práctica y generar situaciones creativas en que esas técnicas sean necesarias. Si no me encuentro con el problema y la pongo en práctica, esa técnica va a quedar guardada en un cajón de mi memoria, para ser rápidamente olvidada, lo que se transforma en información vacía.
Mi sugerencia siempre va a ser: ¡Métanse en problemas!
Esos problemas son de 2 tipos: especulativos y prácticos. El primero es de carácter más experimental, y parte con la pregunta “Que pasaría si…?”. Que pasaría si pruebo poniendo la distorsión después de la reverb? Que pasa si pongo el arpegiador en la batería? Si el resultado me gusta, mi track tomó una dirección inexplorada y nueva, y me quedé con una nueva técnica en mi arsenal.
El problema práctico es el que ya discutimos y parte con la pregunta: “¿Cómo hago que…?”, y es el tipo de preguntas que se asocia a la búsqueda de tutoriales, para resolver un problema puntual: ¿Cómo logro que la voz no se pierda entre los instrumentos? ¿Cómo hago para lograr el sonido Daft Punk en un vocoder? Y sus soluciones implican el uso de herramientas puntuales, en un proceso en el que soy consciente de qué es lo que está pasando.
Ambos tipos de problemas desembocan en progreso y aprendizaje, mientras que el exceso de información y de herramientas desembocan generalmente en tiempo perdido, confusión, frustración, y en su estado más grave, desmotivación.